Dejé de perseguir victorias y encontré paz

Solía pensar que ganar lo era todo. Cada giro era una promesa: un destello de estrellas que perseguía, esperando que la siguiente victoria me hiciera digno. Pero llegó una noche tranquila. Abrí la página del juego no para revisar el RTP o la volatilidad, sino para escuchar lo que otros escribieron: “No necesitas ganar para valer”. No estaba en los símbolos. Estaba en la pausa entre ellos. El silencio tras una racha de pérdidas. La respiración antes de volver a girar. Dejé los juegos de alta volatilidad por otros más tranquilos —no por más victorias, sino por menos tormentas interiores. Los giros gratis se convirtieron en rituales. No recompensas. Cuando aparecían los símbolos scatter, no corrí a apostar más. Cerré los ojos y escuché… el susurro de constelaciones lejanas por los auriculares. La música no estaba en las trampas. Estaba en mi respiración.