Dejé de perseguir victorias

Solía pensar que ganar lo era todo. Me sentaba tras la medianoche, mirando los carretes como si cada giro fuera una oración. Perseguí juegos de alta RTP, apostando 80 CNY por sesión. Pero nunca funcionó. No por las máquinas trucadas: el RNG era justo. Era yo — mi hambre de control, mi miedo al vacío — lo que me mantenía girando cuando debía parar. Entonces llegó la noche sin apuesta. Abrí la página y leí sobre volatilidad: ‘No necesitas ganar para ser digno.’ Entonces probé giros gratis: sin depósito, sin presión. Solo estrellas sobre mi ventana — movimiento lento, campanas suaves, sin cuenta atrás.