El Jardín de Conejos que Robó Mi Concentración

Nunca pensé que un conejo digital me robaría la paz.

Empezó con curiosidad: un videojuego japonés llamado 招财兔, donde conejos brillantes bailaban entre carretes giratorios. Jugaba tras trabajar: solo 20 minutos, para sentir la magia. Pero algo cambió.

El primer signo? Dejé de notar el tiempo.

Luego vino la rutina: revisar bonos diarios, perseguir giros gratis, navegar tablas de clasificación como si fueran rankings vitales.

No solo jugaba. Lo realizaba. Y ahí empezaron las grietas.

Cuando las Recompensas Se Volvieron Adicciones

Como formada en psicología conductual, sabía cómo funcionaban los sistemas de recompensa: picos de dopamina por victorias impredecibles, horarios variables… pero saberlo y vivirlo son dos cosas distintas.

El juego no pedía dinero. Pedía atención. Cada victoria era validación; cada derrota, fracaso personal. Cuanto más jugaba, más necesitaba ese chispazo—el eufórico del jackpot repentino—o todo se sentía plano.

Una noche, tras tres horas persiguiendo una sola ronda especial, miré la pantalla con ojos secos y manos entumecidas. Ni feliz ni triste. Solo… vacío.

Fue entonces cuando entendí: el juego ya no era divertido—era terapia.

Reconstruyendo Mi Ritmo Interior

Me alejé—no con abstinencia total—sino con intención. Con principios de psicología UX (y mis propias notas terapéuticas), rediseñé mi relación con el juego:

• Límite estricto de tiempo (30 min máximo). Usar señales visuales: apagar notificaciones; cerrar pestañas que no digan ‘diversión’
• Cambiar foco: no ganar sino estar presente: notar texturas en pantalla, patrones musicales—como mindfulness en movimiento
• Presupuesto definido = una taza de café al día (unos $5)
• Usar gamificación no para engancharme sino para reentrenarme:
  • Creé un ‘balance mental’ que registra estado emocional vs duración del juego debido semanales en lugar de culpa diaria turnar recompensas en herramientas de reflexión no metas ej.: si ganaba poco → anotar qué emoción surgía (emoción? alivio?) The objetivo no fue control — fue claridad.

No Eres Débil — Eres Responsivo

La verdad es que nuestro cerebro está diseñado para responder a lo nuevo y a las recompensas — incluso cuando sabemos mejor.
Pero la conciencia cambia todo.
El jardín de conejos no es malo — está diseñado así.
Pero podemos elegir nuestro camino a través de él.

Sigo visitándolo ocasionalmente — no para ganar — sino para recordar quién soy fuera del bucle.

A veces… eso basta.

## Pensamiento Final
“No temas tus deseos — entiéndelos”.

Si lees esto porque dijiste “solo un giro más” demasiadas veces hoy — te veo.

No estás roto.
Eres humano — y bellamente sensible.

Aprendamos a bailar sin perdernos en el ritmo.